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El futuro de la democracia en las manos de quienes desconfían de su eficacia
La falta de confianza de los más jóvenes en sus representantes políticos tensa la cuerda de una relación que pende de un hilo y que, sin embargo, ha de ser firme si se quiere garantizar el presente y futuro de la democracia. En esta línea, Naciones Unidas elegía como tema para este 15 de septiembre, Día Internacional de la Democracia, “Empoderar a la próxima generación”. Una frase que reivindica el papel de la juventud en el fortalecimiento de los sistemas democráticos y que, a su vez, supone una llamada a la acción a los gobiernos, para que sus decisiones sean tomadas teniendo en cuenta los puntos de vista de los más jóvenes, especialmente en aquellas cuestiones que particularmente les afectan.
La aversión hacia la clase política, aunque heterogénea según el país, sería un sentimiento generalizado entre la población más joven. De hecho, tan solo un 11% de las personas de entre 15 y 24 años, de una muestra de 29 países (entre los que se incluye España), afirmaría sentirse satisfecha con la acción de sus representantes políticos. La encuesta, que habría sido publicada el pasado año por la ONG Plan Internacional, bajo el nombre de «Equal Power Now: niñas, mujeres y jóvenes y participación política», reflejaría a su vez la pérdida de confianza que la juventud española tendría en sus políticos, algo que compartiría un 64% de esta. Un informe más reciente, elaborado por el Consejo de la Juventud de España (CJE), y publicado antes de las elecciones generales del 23 J, señala que un 59% de las personas de entre 14 y 30 años no se sentiría representada por el sistema político español.
Los sistemas democráticos tendrían que hacer frente, por un lado, a esa insatisfacción y desconfianza de la población hacia sus representantes políticos, al mismo tiempo que habrían de lidiar con dos fenómenos especialmente en auge, consecuencia del impulso que estaría viviendo la tecnología: la desinformación y la polarización. Las redes sociales habrían pasado a convertirse en un hervidero de noticias falsas, favoreciendo su rápida propagación. Por su parte, la incertidumbre y confusión derivadas de las sucesivas crisis acontecidas en los últimos años, también habría ayudado a que una información falsa sea más creíble para su receptor. Este fenómeno se vería impulsado por el silenciamiento que sufriría la razón en este contexto de desconcierto, lo que daría lugar a que nuestras acciones se vean motivadas por las emociones. De hecho, en su informe anual, el Departamento de Seguridad Nacional, situaría a la desinformación como la segunda amenaza con mayor previsión de crecimiento en los próximos cinco años, solo superada por los ciberataques. A fin de ofrecer una orientación divulgativa a la ciudadanía sobre este fenómeno, desde una perspectiva público-privada, el organismo presentaba el libro “Luchas contra las campañas de desinformación en el ámbito de la Seguridad Nacional”.
Replanteando la democracia
Este clima de insatisfacción entre la población joven, ayudaría un poco más a comprender datos como los publicados por el último barómetro mundial de la Open Society Foundations, que muestran como la juventud estaría relacionada con una mayor desafección por los sistemas democráticos. Así, mientras en franjas de edad superiores, un 71% de los encuestados creería que la democracia sería la opción de gobierno más eficaz, tales cifras descenderían al 57%, entre quienes tienen entre 18 y 35 años. Aunque todavía mayoritarios, el desapego de los jóvenes por la democracia y el hecho de que un 42% considere la dictadura militar una alternativa de gobierno más eficaz que esta, invita a replantear nuestras formas de gobierno, tal y como hasta ahora las conocemos.
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