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¿Códigos de ética o códigos de conducta? Pautas para el código definitivo

La ética y el compliance ganan cada vez más importancia y espacio en el contexto empresarial actual. Una muestra es el formidable protagonismo que adquieren los llamados códigos de ética, un conjunto de directrices, formuladas por la empresa, que empleados y directivos asumen como una especie de compromiso moral. Además, está relacionado con conceptos como transparencia o Responsabilidad Social Corporativa.

La corporate compliance manager de AENA, Marta Campomanes; la consultora internacional en el Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT), Cuca Sacristán; el investigador de NovaGob.Lab Rafael Ayala y el director de Asuntos Jurídicos y Corporativos de British American Tobacco España, Pedro Fernández, han participado en el Espacio Compliance que organiza la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), donde han desgranado las claves que hacen a un código de ética el ‘Código Definitivo’.

Mejor conducta que ética

En primer lugar, es mejor hablar de conducta que de ética. Así lo creen Campomanes y Sacristán, que han expresado su preferencia en este sentido. “Me gusta más código de conducta que ético. Es muy buena solución, las palabras son importantes”, ha especificado Campomanes.

A su juicio, “ética es más individual e imponer la ética es difícil. Ético y moral me parece muy cuestionable”, por lo que ha concretado que ha escogido “conducta de los empleados y mejor en sentido positivo”. Es decir, “nos comportamos de esta manera: no aceptamos sobornos”, ha ejemplificado Campomanes.

Pinceladas para el éxito de un código de ética

Campomanes ha indicado que el código de ética tiene que plasmar los valores que rigen en la empresa. “Hay que trasladar los principios y valores y plasmarlos en un código ético”, ha dicho. También cree que los códigos han de ser “comunes, compartidos y lo más consensuados posible”.

Sacristán ha apuntado que han de ser cortos. La consultora de CIAT también ha explicado que tienen que tener relación, “ser pertinentes”, en sus palabras, con la actividad de la empresa, con su misión, visión y valores. “Por ejemplo, que no mencionen el medioambiente si no contaminan”, ha mostrado. “No vale copiarlo y que los empleados no se sientan identificados”, ha insistido.

Asimismo, ha aclarado que una persona como consultora de la organización en este sentido “puede ser una buena idea”. De hecho, según la experta, “no pasa nada porque el código lo haga una consultora”.

Sacristán también ha detallado la importancia de la ética en el contexto empresarial. “La ética tiene eficiencia, da decencia institucional y fidelidad a los empleados; los clientes están más protegidos y los proveedores más confiables. Si es maquillaje se nota porque hay algo que no encaja. Efectivamente, la ética es rentable y promueve círculos virtuosos”, reflexionaba la experta.

Por su parte, según Ayala, es fundamental que el código se entienda. Han de ser cortos, sí, ha coincidido con Sacristán, pero también “comprensibles y que se puedan interiorizar por todos los empleados”. Ha mencionado una versión de lectura fácil y ha agregado que el código “es parte de un sistema de integridad y no sólo hay que aprobarlo”.

Fernández, que ha matizado que los empleados han de creer en el código de ética en cuestión, ha explicado que deben ser visuales. Por otro lado, ha hecho hincapié en que “no podemos asumir que la gente sabe las normas y lo que tienen o no que hacer”.

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