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Competencias interpersonales en entornos empresariales cada vez más frágiles

Competencias interpersonales

La formación académica ha dejado de ser un distintivo cuando se trata de aplicar a un puesto de trabajo, para convertirse en un requisito que, sin dejar de ser necesario, ha de complementarse con otras competencias de carácter interpersonal. El constante cambio al que se vería sometido el mercado de trabajo, no solo demanda estar permanentemente actualizado, sino que requiere cierta adaptabilidad por parte de los empleados. No obstante, en lo que concierne al aprendizaje permanente, tan solo un 14% de los europeos de entre 25 y 54 años participaría en este tipo de actividades. Unos puntos por encima se situaría España, donde tal cifra alcanzaría el 18%.

En un informe publicado en el contexto de la pandemia de la COVID-19, la Fundación Adecco compartía las veinte competencias contra la exclusión social en el empleo, que muestra aquellas cualidades más determinantes a la hora de alcanzar el éxito profesional. Las llamadas habilidades blandas redundarían en importantes beneficios tanto para las empresas, como para quienes las ponen en práctica. Partiendo de los cambios que estaría trayendo consigo el avance de la tecnología, la guía pondría en valor la importancia de “ser más humanos que nunca”. La exclusión del mercado de trabajo, señalan, ya no dependería tanto del nivel de estudios o de circunstancias de carácter sociodemográfico, como sí de la ausencia de aquellas “habilidades mucho más humanas y transversales”. El valor de la guía residiría en que más allá de hacer una enumeración de las mismas, profundiza en cómo potenciar cada una de ellas, explicando asimismo su importancia para el empleo y proporcionando las herramientas necesarias para ponerlas en práctica en una entrevista de trabajo. Algunas de estas serían la creatividad, perseverancia, autonomía o tolerancia al estrés.

Sin tiempo para la adaptación

La importancia de desarrollar las competencias interpersonales vendría especialmente marcada por la magnitud y rapidez a la que acontecen los cambios.  Para hacer referencia a esa complejidad que caracteriza a las sociedades modernas, la guía habla de entorno VUCA (volatilidad, incertidumbre, cambio y ambigüedad), acrónimo creado por el ejército norteamericano durante la década de los años 90, que define el contexto de inseguridad que se vivía en un mundo marcado por el fin de la guerra fría, la disolución de la Unión Soviética o la caída del muro de Berlín. Con el paso de los años, el concepto dejó su carácter bélico para trasladarse al ámbito empresarial. Paralelamente, hay quienes han empleado el término VUCAH, introduciendo así la hiperconectividad. No obstante, hay quienes consideran obsoleta la definición y empezarían a hablar de entorno BANI, que se podría traducir en frágil, ansioso, no lineal e incomprensible. El término que habría sido acuñado por Jamais Cascio, en el artículo Facing the Age of Chaos (2020), muestra la importancia de promover habilidades como la empatía, la resiliencia o el liderazgo, ante cambios para los que el tiempo de adaptación cada vez es más reducido y se requiere actuar con determinación.

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