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Función del portavoz del gobierno frente a la desinformación

Portavoz del gobierno y credibilidad

El vínculo que se genera entre la ciudadanía y los encargados de gestionar los intereses públicos es uno de los rasgos más diferenciadores de los sistemas democráticos, siendo la figura del portavoz un elemento imprescindible en esa comunicación que ha de establecerse con la población. Su labor resultaría, por el contrario, insuficiente cuando no va acompañada de las medidas pertinentes que garanticen el correcto cumplimiento de derechos fundamentales como puede ser el derecho a la información y a la participación política. Para que esta situación no llegue a producirse, es importante que la portavocía siempre vaya acompañada de credibilidad.  

La falta de confianza por parte de la ciudadanía en las instituciones políticas y en la clase política sería uno de los indicadores más certeros de que el ejercicio de comunicación entre la población y sus dirigentes no siempre se realizaría de forma efectiva. Dicha desconfianza se vería reflejada en datos como los extraídos del Informe nacional sobre la opinión pública en la Unión Europea, que mostrarían como mientras un 86% de la ciudadanía española desconfiaría de los partidos políticos y un 71% lo haría del Congreso de los Diputados, tan solo un 24% aseguraría confiar en la acción del Gobierno. Pese a que los resultados no serían nada halagüeños, las instituciones mostrarían una pequeña recuperación en comparación con los obtenidos en el anterior Eurobarómetro. Aunque son muchos los factores que intervendrían a la hora de que esta situación se produzca, la respuesta de las instituciones a situaciones de crisis como la vivida en el año 2008 o más recientemente la actual pandemia, influiría enormemente en la opinión que tendría la población sobre las mismas. Sin embargo, la falta de confianza también estaría en muchas ocasiones ligada a fenómenos como el de la posverdad, muy relacionado con la desinformación que imperaría en la sociedad actual. “Cuando vivimos en una manipulación permanente, cuando la información se rige por los likes, cuando hay chantajes, cuando no sabemos distinguir los hechos de las impresiones, estamos ante una grave situación y un grave riesgo para la democracia”, apuntaba Fernando Ónega, periodista y presidente del diario 65ymás, durante su intervención en la mesa redonda “Retos de la portavocía del gobierno en la era de la posverdad”, celebrada en la mañana de hoy en el Campus Almagro de la Universidad Camilo José Cela.

Refiriéndose a esa selección consciente que llevarían a cabo muchas personas a la hora de informarse y, haciendo mención expresa a los jóvenes, Pilar Rodríguez, ministra portavoz y de Política Territorial del Gobierno, creería que esta tendencia daría lugar a “una ciudadanía más ideologizada, menos crítica, menos expectante y menos formada desde el punto de vista cívico”. Esta falta de perspectiva informativa no solo supondría una pérdida para la sociedad, sino también para el propio individuo, un hecho en el que también reparaba Rodríguez.

En ese contexto de polarización mediática en el que nos encontraríamos en la actualidad, el portavoz se configura como un elemento imprescindible a la hora de informar a la ciudadanía sobre las acciones que se estarían llevando a cabo desde el gobierno, convirtiéndose en la cara visible del mismo. “El portavoz tiene que saber que su opinión no es personal, representa al conjunto y, por tanto, ha de ser muy fiel a lo que se ha decidido y no mentir”, apuntaba la que fuera ministra portavoz del gobierno (1988-1993) Rosa Conde, quien a su vez añadía como “la base de un portavoz es decir la verdad”.

Si el compromiso de los actores políticos y las instituciones resultaría necesario para hacer frente a la desinformación, siendo la honestidad una cualidad que han de compartir todas las personas que participan en la actividad política, Pío Cabanillas, ex portavoz del Gobierno (2000-2002), apelaba a la responsabilidad conjunta de todas las personas que integran una sociedad. “No existe una solución, porque está muy ligado a la ética y a la responsabilidad individual”, concluía.

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