El lenguaje es uno de los medios en el que el edadismo se presenta con…
Integración de las personas mayores en la sociedad, un compromiso conjunto
Ocultas durante años en lo más profundo de nuestro sistema, en apenas unas semanas la pandemia se convertía en el reflejo más fidedigno de todas aquellas deficiencias de nuestro modelo sanitario, económico y social, poniendo de manifiesto nuevas carencias y acentuando las ya existentes. En lo referido a las personas mayores, la virulencia con la que la enfermedad sigue golpeando a día de hoy a este segmento poblacional, ha incrementado la necesidad de desarrollar nuevas políticas orientadas a la protección integral de un colectivo heterogéneo, al que se sigue discriminando por razón de edad. Ante esta forma de exclusión tan característica e impregnada en nuestra sociedad, es necesario cambiar la concepción que hasta el momento ha imperado sobre el envejecimiento, entendiéndose como un proceso natural al que asistimos desde que nacemos, y no con esa creencia errónea y a su vez, tan generalizada, que tiende a relacionarlo con inactividad y dependencia. El envejecimiento es, por tanto, la evidencia más representativa de nuestro progreso como especie.
Resultado de una vorágine de cambios culturales y numerosos avances en el campo de la medicina moderna, la esperanza de vida en nuestro país habría crecido en las últimas décadas hasta situarse en una media de 83 años (85,8 años en el caso de las mujeres y 80,5 años en el de los hombres, según los últimos datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística -INE-, relativos a 2018), una cifra que a priori se esperaría que siguiera incrementándose. No obstante, si previa a la irrupción de la COVID-19 España encabezaba la lista de los países más longevos del mundo, solo por detrás de Japón, estudios como el publicado recientemente en la revista “Plos One”, dirigido por el Doctor en Demografía, Sergi Triás-Llimós, comienzan a apuntar a una posible recesión en este campo, concretamente de 0,9 años, lo que se traduciría en unos diez u once meses, debido al elevado número de decesos registrados a consecuencia de la enfermedad. Pese a esa posible merma en la esperanza de vida al nacer, lo cierto es que afrontar el reto demográfico sigue siendo una prioridad para las sociedades más avanzadas, y en especial para la española.
Responsabilidad individual y el valor de la palabra
Actualmente España registra más de 9 millones de personas mayores de 64 años, cifra muy representativa, particularmente si se tiene en cuenta el descenso en la tasa de natalidad al que llevamos asistiendo durante la última década. Pese a esta imagen tan característica de nuestra población actual y futura, lo cierto es que la falta de representación de la población de mayor edad sigue siendo una realidad acuciante que precisa de una solución conjunta. Por ello, más allá de la labor que deba realizarse desde las instituciones públicas, encaminadas a la mejora de la calidad de vida de estas personas, así como a la salvaguarda de sus derechos, es importante que todos aquellos que formamos parte de este entramado social pongamos en práctica un ejercicio de responsabilidad individual y empresarial, mediante el que poder poner fin a todas aquellas formas de discriminación a las que las personas mayores tienen que hacer frente en su día a día. Un cambio de paradigmas, en el que el sector de la comunicación desempeña un importante papel ante el poder de la palabra y la repercusión que ésta puede llegar a tener en la sociedad. En ese tránsito hacia la constitución de una sociedad más amable y comprometida con su ciudadanía, dedicaremos parte de este espacio a abordar aquellas cuestiones relacionadas con las personas mayores, a fin de dar voz a un colectivo poco escuchado y del que, sin embargo, todavía nos queda mucho por aprender.
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