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Oportunidades y ecoblanqueo ante el reto del cambio climático
Día tras día, los efectos del cambio climático se hacen un poco más evidentes, planteando un futuro incierto para quienes habitamos la Tierra. En un informe publicado el pasado año, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas alertaba sobre la posibilidad de que la temperatura del Planeta rebase los 1,5ºC marcados por el Acuerdo de París antes de concluir esta década. Un vaticinio que, según la Organización Meteorológica Mundial podría llegar a hacerse realidad en un periodo de tiempo mucho más corto, al situar en un 50% las probabilidades de que esto pueda llegar a suceder en el transcurso de los próximos cinco años. La gravedad de la situación urge a emprender cambios estructurales en nuestra forma de relacionarnos con el entorno, a fin de reducir el impacto de nuestra actividad y avanzar hacia un futuro más sostenible. Es por ello, por lo que en los últimos años desde el sector público y privado se han puesto en marcha diferentes iniciativas orientadas a garantizar una actividad más respetuosa con el medioambiente. Pese a evidenciarse un cambio de mentalidad y, por consiguiente, una mayor concienciación de empresas e instituciones, así como de la sociedad civil, muchas entidades se mostrarían confusas a la hora de implantar acciones sostenibles.
Para Gabriel Kra, científico y emprendedor, abordar el cambio climático ha de traer consigo un cambio de perspectiva. “Necesitamos dejar de pensar en ello como un problema, que obviamente lo es, y comenzar a pensar en ello como una oportunidad que nos motivará a resolverlo”. La reflexión se extrae de la conferencia “5 factores prometedores que impulsan la acción climática”, impartida por Kra el pasado mes de octubre en el ciclo de conferencias TED Talks. En esta idea de entender el cambio climático como una oportunidad de negocio que ponga en alza las inversiones sostenibles y nos permita avanzar hacia un futuro más verde, aparece también la cara más amarga de la sostenibilidad, a través de lo que ha pasado a conocerse como greenwashing o lavado verde de imagen. El término haría referencia a esa aparente responsabilidad ambiental que adoptarían las empresas de puertas para afuera, a través de la puesta en marcha de iniciativas aparentemente respetuosas con el medioambiente y que, por el contrario, no lograrían frenar los efectos nocivos de su actividad.
A fin de garantizar el compromiso de las compañías en esta materia, el 30 de marzo la Comisión Europea presentaba la Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo que modifica la Directiva 2005/29/CE sobre las prácticas comerciales desleales y la Directiva 2011/83/UE sobre los derechos de los consumidores. Las medidas se enmarcan en el Pacto Verde Europeo, adoptado por la Unión Europea en noviembre del 2019, orientado a alcanzar la neutralidad climática del continente en 2050. Entre los cambios que se plantean, la CE pone especial atención en la transición ecológica de los consumidores, estableciendo nuevos límites a las prácticas comerciales desleales en materia de sostenibilidad y haciendo mención expresa al greenwashing.
Siendo la concienciación el punto de partida sobre el que ha de llevarse a cabo la transformación verde y, habiendo alcanzado importantes logros en este ámbito, se ha de dejar paso a la acción a través de la adopción de iniciativas concretas que nos permitan abordar esta cuestión con la urgencia e importancia que merece.
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