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Reconstruir a partir de la cooperación internacional, el caso de la ONU
Fruto de un acuerdo por preservar la paz mundial en un siglo marcado por la guerra, el 24 de octubre de 1945 (apenas un mes más tarde de que concluyera la Segunda Guerra Mundial) un total de 51 países se comprometían a mejorar la vida de la población mundial, mediante la creación de un órgano internacional que velara por la cooperación entre los estados y garantizara el cumplimiento de los derechos humanos. En el marco del 75º aniversario de su constitución, la Asamblea General de la ONU comenzaba esta semana su anual periodo de sesiones, en una cita marcada por la actual crisis de salud pública, en la que cuestiones como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la Agenda 2030, la igualdad de género o el cambio climático definirán a su vez, el calendario de los próximos días. La inusual edición lleva especialmente impregnado el principio de multilateralismo sobre el que se erigieron las Naciones Unidas, como respuesta al auge de decisiones unilaterales por parte de los Estados Miembros en un momento en el que, tal y como habría expuesto en numerosas ocasiones el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el mundo precisa una colaboración real y efectiva entre los países.
De tal manera que a los retos ya más que evidentes en materia de biodiversidad, igualdad, seguridad o conflagración, la actual coyuntura nos traslada a un escenario lleno de impredecibles que, dada su complejidad, suscita el riesgo de desviar toda nuestra atención hacia el mismo, ocasionando que podamos llegar a relegar a un segundo plano otras cuestiones de especial relevancia y para las que no existe apenas margen de actuación. En este sentido, además de los desafíos anteriormente señalados, la comunidad internacional se enfrenta a otro problema de gran calibre, resultante de la crisis epidemiológica: el tambaleo de los sistemas democráticos. La adopción de medidas por parte de gobiernos y líderes de diferentes partes del mundo, bajo la premisa de poder actuar contra el avance de la pandemia, ha derivado en situaciones que denotan un exceso de control y poder sobre la población, enfriando la cooperación multilateral y suponiendo una merma de los derechos de la ciudadanía. Una amenaza que a lo largo de la historia habría llegado a materializarse tras periodos de grandes crisis como el actual.
Importancia de los ODS para la reconstrucción global
Es por ello, por lo que además de seguir denunciando cualquier vulneración de derechos y de continuar ejerciendo como intermediaria en la resolución de conflictos entre estados, las Naciones Unidas centran su labor en conseguir trasladar a todos los actores implicados la importancia de lograr alcanzar los ODS durante la próxima década. Coincidiendo con el quinto aniversario de la aprobación de la Agenda 2030, la Red Española del Pacto Mundial lanzaba recientemente la campaña #ApoyamoslosODS, orientada a familiarizar a la sociedad con estos 17 objetivos, mediante los que se pretende cubrir los derechos básicos de cualquier ser humano. Así pues, este ambicioso proyecto que vio la luz en el año 2015 (con la vista puesta en 2030), tras las negociaciones entre los 193 Estados Miembros y que comprometía a todos ellos a trabajar conjuntamente para erradicar la pobreza, garantizar el acceso a un agua potable o la mejora de los sistemas de salud, sigue considerándose el mejor punto de partida no solo para mejorar el bienestar de la población mundial, sino para iniciar la reconstrucción tras la pandemia. Una reconstrucción que, al igual que ocurrió en 1945 deberá sustentarse bajo los principios de colaboración y solidaridad sobre los que hace setenta y cinco años las Naciones Unidas lograron devolver la esperanza a una sociedad postrada.
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