Saltear al contenido principal

Innovación para combatir la desigualdad

Innovación

Innovar es prosperar como individuos y sociedad, siempre y cuando dicha acción se fragüe desde una actitud reflexiva, que contemple los beneficios, así como los riesgos asociados a los cambios que se pretenden introducir. “Tenemos que estar muy atentos, a los posibles ángulos más oscuros que tiene la innovación”, afirmaba Cristina Garmendia, presidenta de la Fundación COTEC, durante el II Foro de Innovación y Desigualdad, celebrado en Gijón la semana pasada. Las palabras de la exministra de Ciencia e Innovación, invitan a pensar en la importancia de adoptar un carácter preventivo, a la hora de incorporar cualquier tipo de novedad.

Toda acción de innovar tendría que tener como fin último la mejora de la calidad de vida de las personas, una premisa que, por el contrario, no siempre se cumpliría. La innovación sería una herramienta muy útil para combatir ciertas desigualdades, sin embargo, también estaría asociada a un aumento de la desigualdad. Aprovechar los recursos de los que disponemos para adelantarnos a futuras brechas sería la alternativa más eficiente si se quiere garantizar que el progreso no genera desigualdad.  “Tenemos que ser capaces de diseñar políticas que prevean la posibilidad de que surja una brecha o que incluyan, mejor dicho, desde el inicio la imposibilidad de una brecha”, apuntaba Ana González, alcaldesa de Gijón. Durante su intervención, González aludía a su vez a la propia idiosincrasia de la Administración Pública, y a su lentitud para abordar ciertas problemáticas, lo que provocaría que las respuestas sean reactivas, en vez de preventivas. La transición hacia una Administración electrónica sería uno de esos campos donde se podría constatar como la innovación generaría nuevas brechas ciudadanas. Así, hace unos meses la compañía de comunicación Prodigioso Volcán, revelaba como un 83% de la población española dejaría algún trámite de la Administración sin completar, debido a su falta de entendimiento para realizarlo.

Los dilemas éticos de la innovación

La irrupción de tecnologías que hacen uso de inteligencia artificial, también estaría planteando ciertos dilemas éticos, dada la velocidad a la que se integran muchas de estas herramientas en la actividad diaria, lo que impediría realizar un examen exhaustivo sobre sus consecuencias. El debate no estaría tanto en frenar esas ideas innovadoras, como sí en adelantarse a esas posibles desigualdades que podrían emerger. Para ello, la tecnología actuaría como una herramienta muy eficaz a la hora de realizar un diagnóstico previo. No obstante, y pese a su importancia, el uso de la tecnología no determinaría que una cuestión sea considerada innovadora “La tecnología no es una finalidad para la innovación, es una herramienta para conseguir lo que queremos”, recalcaba González. Para que un cambio sea considerado innovador, este debería basarse en el conocimiento y generar valor, pero, si realmente queremos alcanzar el progreso, se ha de garantizar que las mejoras introducidas no redundan en nuevas desigualdades.

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba