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La COP25 finaliza sin conseguir grandes acuerdos contra la emergencia climática
Del 2 al 15 de diciembre, Madrid se convertía en la ciudad anfitriona del acontecimiento anual más importante en lo que a materia climática se refiere, la COP25. La vigésimo quinta edición de la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas se presentaba como la última oportunidad para definir bien las reglas del Acuerdo de París, antes de su puesta en acción en enero del 2020. Sin embargo, lejos de afianzar el compromiso de los países en este ámbito, la COP25 finalizaba este domingo dejando un sabor agridulce entre sus partícipes, reflejando lo que pudo haber sido y no fue.
Tras casi dos semanas de intensas negociaciones y en torno a cuarenta horas después de la fecha de cierre prevista, la que ya pasado a la historia como la Cumbre del Clima más larga celebrada hasta el momento, conseguía lanzar un halo esperanzador a través de la firma del acuerdo «Chile-Madrid Time for Action». El documento pone especial hincapié en seguir trabajando conjuntamente para lograr que la temperatura del planeta se mantenga muy por debajo de los 1.5ºC, uno de los principales objetivos recogidos en el Acuerdo de París. No obstante, el texto no especifica cómo, ni de qué manera los países trabajarán en ello, y simplemente sienta las bases para que las Partes presenten sus compromisos renovados a lo largo del 2020, previamente a la celebración de la siguiente COP que tendrá lugar en Glasgow. A pesar del compromiso de un total de 84 países, el acuerdo se vio afectado por la negativa de algunos de los grandes países emisores como China, India o Brasil, a actualizar sus planes de acción contra la emergencia climática.
Entre los logros de la Cumbre del Clima, también destaca la elaboración del Plan de Acción de Género, el cual será evaluado en 2025, y cuyo principal objetivo es conseguir una mayor presencia femenina en las tomas de decisiones tanto a nivel nacional, como internacional.
Reglas poco definidas
La Cop25 se planteaba como la oportunidad perfecta para conseguir definir bien las reglas del Artículo 6 del Acuerdo de París, relativo a los mercados de carbono, sin embargo, la falta de consenso entre las Partes y el temor a firmar un proyecto poco ambicioso en cuanto a consecución de objetivos, han retrasado su regulación hasta la celebración de la próxima Cumbre en 2020.
Actualmente, los mercados de carbono se rigen bajo la normativa establecida por el Protocolo de Kioto (1997) que, permite la compra/venta de emisiones entre países (y empresas) y ofrece la oportunidad a los más emisores de alcanzar los objetivos establecidos. Esta doble contabilidad, unida a la defensa por parte de países como Brasil de que se sigan pudiendo utilizar las unidades acumuladas en emisiones durante el Protocolo de Kioto en el próximo acuerdo, han supuesto las principales fricciones entre los países. En mitad de estas diferencias, en torno a una treintena de países (entre los que se incluye España), reclamaron la inclusión de los «Principios de San José» en el Acuerdo de París, con el fin de conseguir unos mercados justos y comprometidos con la causa climática.
Una vez más, la falta de acuerdo entre los países aumenta el deterioro de un Planeta que parece no estar dispuesto a seguir esperando.
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