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Cambio climático: la necesidad de pasar a la acción
El incremento de la temperatura media de la Tierra, hoy ya 1,1°C por encima de los valores preindustriales nos aleja de los objetivos marcados por el Acuerdo de París (2015), que limitaban dicho aumento a 2°C para finales de siglo, preferiblemente por debajo de 1,5°C, y vuelven cada vez más complejo garantizar un futuro habitable y sostenible. La situación demandaría la puesta en marcha de acciones más ambiciosas que limiten la emisión de gases de efecto invernadero y permitan abordar la emergencia climática con la urgencia y la eficiencia que se requiere. “Cada aumento del calentamiento se traduce en peligros que se agravan rápidamente. Las olas de calor de mayor intensidad, las lluvias más fuertes y otros fenómenos meteorológicos extremos exacerban los riesgos para la salud humana y los ecosistemas”. En esta línea se mostraría el comunicado de prensa emitido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), con motivo de la presentación del sexto informe de evaluación, publicado el 20 de marzo. Un informe que, si bien es una reprimenda a los países ante las insuficientes medidas dirigidas a revertir los efectos del cambio climático, apremia a seguir trabajando con mayor intensidad.
En la actualidad, entre 3.300 y 3.600 millones de personas se mostrarían vulnerables a sufrir los impactos derivados del cambio climático, según el IPCC. El contexto geográfico, la situación socioeconómica, el género e incluso la edad, ocasionarían que una persona sea más propensa a sufrir las consecuencias del calentamiento global. Por poner un ejemplo, el 96% de las muertes asociadas a episodios de calor extremo ocurridos en nuestro país a lo largo del 2022 eran personas mayores de 65 años, según datos del Instituto de Salud Carlos III. En este contexto y a escasas semanas de que tengan lugar las próximas olas de calor, la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), organizaba el 16 de marzo en la Oficina de la Unión Europea de España, el acto “Los retos de la emergencia climática para el envejecimiento, la vida y el futuro”, en el que se ponía de manifiesto la necesidad de contar con un plan de acción específico que proteja al colectivo frente a estas situaciones. Carlos Ferreyra, presidente de la Alianza del Clima, Vida y Salud Internacional insistía en la necesaria implicación del colectivo para poder avanzar en su consecución. “No hay ni un cambio en la sociedad, si los propios protagonistas del cambio no participan”, apuntaba.
Ciudades más habitables
Transformar las ciudades en espacios más respetuosos con quienes las habitan sería uno de los campos en los que se ha de trabajar de cara a los próximos años. Es aquí donde cobrarían importancia soluciones como los llamados refugios climáticos, espacios habilitados para combatir fenómenos como el de las islas de calor. Entendidas como el aumento de las temperaturas mínimas que experimentan las áreas urbanas, especialmente notable durante la noche, en comparación con otras zonas situadas en la periferia. Ante la intensificación de las olas de calor, María Neira, directora de Salud Pública y Medioambiente defendía que “hay que tener planes de prevención, mecanismos de alerta y también mecanismo de respuesta”.
A través su último informe el IPCC nos recuerda la necesidad de pasar a la acción ante una problemática que nos ocupa y que ha de preocuparnos, mostrándose contundente frente a la inacción de los gobiernos: «Existe suficiente capital en el mundo para disminuir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero si se reducen los obstáculos existentes».
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