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El poder de las soft skills frente a la automatización de los empleos

Habilidades

Los cambios sociales impulsados principalmente por la tecnología van abriendo paso a nuevas profesiones y puestos de trabajo, hoy todavía desconocidos y que, sin embargo, marcarán el futuro laboral de diferentes generaciones. En concreto, los expertos señalan que el avance tecnológico supondrá que seis de cada diez niños en edad escolar desempeñen en un futuro no muy lejano su carrera laboral en empleos todavía inexistentes. Paralelamente, informes como el publicado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), “¿Cómo es la vida en la era digital?”, muestran como en torno a un 22% de los empleos presentes en nuestro país correría el riesgo de ser automatizado en el transcurso de los próximos años. En cifras, según datos publicados por el Foro Económico Mundial, este fenómeno supondrá la creación de 97 millones de nuevos empleos en todo el mundo, a la vez que destruirá 85 millones de puestos de trabajo en el año 2025.

En mitad de esa vorágine de cambios y ante el temor que genera entre muchos profesionales el llegar a ser reemplazados por máquinas, la formación y la adaptabilidad al cambio se plantean como dos cuestiones prioritarias a la hora de reducir el impacto negativo asociado al avance tecnológico y digital. Es aquí donde entrarían a formar parte del juego conceptos como el de reskilling y upskilling, estrictamente relacionados con ese desarrollo profesional que nos brinda el cultivar nuestra mente ininterrumpidament. Si bien ambos términos hacen referencia al aprendizaje de nuevas habilidades por parte del profesional, el primero englobaría el proceso por el que el trabajador adquiere competencias para un nuevo puesto de trabajo, mientras que el segundo haría alusiones al crecimiento profesional de la persona en cuestión dentro de su roll actual, mejorando su productividad y permitiéndole destacar en la actividad que desempeña. Aunque de manera diferente, ambas cuestiones ponen en valor el reciclaje profesional y la formación continuada como mecanismos mediante los que poder hacer frente a los nuevos retos que se plantean en un mercado de trabajo cada vez más competitivo. La adquisición de nuevas competencias por parte de las plantillas no solo proporciona un valor añadido a los profesionales, sino también a las propias empresas, siendo ese conocimiento adquirido un factor diferenciador del que se nutre la compañía.

La importancia de las habilidades blandas

Dentro de ese conjunto de competencias que va obteniendo una persona a lo largo de su vida, las denominadas soft skills o habilidades blandas se han consolidado como un elemento diferenciador del trabajo humano, frente al desempeñado por máquinas. Creatividad, resiliencia, trabajo en equipo, empatía o resolución de problemas, son algunas de las piezas que conforman ese abanico de competencias que da forma a las soft skills y que cada vez serían más requeridas por las empresas. De esta manera, además de aquellos conocimientos técnicos que precisa un puesto de trabajo concreto, este conjunto de habilidades sociales y comunicativas, en las que también se incluye la inteligencia emocional, supone un plus en la conservación de aquellos empleos que precisan de la intervención humana para seguir garantizando unos servicios profesionales de calidad a la ciudadanía, sin que ello implique rechazar por completo  los beneficios que ofrece la inteligencia artificial.

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