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El valor de lo intangible

Consecuencia del avance de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) asistimos a una transición en el modelo empresarial, pasando de un sistema basado en la producción y la posesión de activos materiales a un nuevo escenario en el que cada vez más compañías miden su valor en función de sus intangibles. La conocida como economía del conocimiento ha ocasionado que bienes que hasta hace años eran prácticamente ignorados, dado su carácter inmaterial, generen a día de hoy mayores beneficios que aquellos que podemos ver, tocar o sentir. Nos encontramos, por tanto, ante un cambio de paradigmas, en el que el interés por los activos intangibles sigue creciendo como la espuma, tras haber llegado a suponer el 52% del valor total de todas las empresas que cotizan en bolsa a nivel mundial.

Si hasta mediados del siglo pasado la riqueza de un país se medía en función de sus recursos naturales, la llegada del siglo XXI planteó un nuevo sistema de medición centrado en la posesión de bienes tan abstractos como el conocimiento o la información. Es por ello, por lo que cada vez más empresas centran su interés en potenciar activos inmateriales como el capital humano, la marca, el I+D o los datos, sin embargo, la condición de este tipo de bienes y su carácter a largo plazo siguen ocasionado que un 71 % de los expertos “destaque lo difícil que resulta traducir métricas de intangibles en indicadores sólidos que permitan demostrar la creación de valor para el negocio”, tal y como recoge el informe Approaching the Future 2020: Tendencias en reputación y gestión de intangibles, elaborado por CANVAS y Corporate Excellence. Y es que, la imperante visión cortoplacista del mercado empresarial supone uno de los mayores obstáculos a la hora de desarrollar y potenciar este tipo de activos.

El principal reto que se plantea ahora tanto para las empresas, como para los países, reside en conseguir establecer sistemas de medición y gestión adecuados, gracias a los cuales poder diferenciarse y tomar decisiones más pertinentes. Una necesidad que se habría acentuado como consecuencia del proceso de digitalización emergido tras la COVID-19, por el que un número cada vez mayor de experiencias se desarrollarían en un entorno alejado de lo físico. A través del corto El valor de lo intangible, la Fundación Cotec señala el largo camino que aún queda por recorrer en este ámbito, apuntando que cerca de un 70% de los activos intangibles de las compañías que cotizan en bolsa siguen sin aparecer en las fuentes oficiales de las empresas. Pese a ello, según lo recogido en el informe anteriormente señalado, un 37% de las organizaciones encuestadas se encontraría trabajando en la medición de estos activos.

Características de los activos intangibles

La revolución por este tipo de activos vendría explicada principalmente por su escalabilidad, entendiendo dicho término como la facilidad de llegar a nuevos clientes sin apenas incrementar sus costes por ello, al no quedar reducidos a un espacio físico, siendo este su principal atractivo. Su facilidad de expansión, el hecho de que prosperen con mayor éxito en las grandes ciudades o su correlación con la creación de puestos de trabajo altamente cualificados ha dado lugar a que determinados expertos los consideren como una fuente de desigualdad. No obstante, los activos intangibles suponen una herramienta imprescindible a la hora de expandir el conocimiento y desarrollar nuestras capacidades, cuestiones esenciales a la hora de determinar el grado de progreso de un país o entidad. Una nueva forma de relacionarnos, en la que el producto ya no determina el valor de una marca, englobando un concepto mucho más amplio en el que compromiso, confianza, experiencia y emociones confluyen conjuntamente.

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